Fortunato

Un cuento de Uma Schlossberg Pérez

Soy Fortunato. Soy un esclavo. Mi amo quiere que vaya a la “Guerra de la Independencia”. Yo quiero ir, pero mi abuela se preocupa mucho por mí. No quiere que vaya porque no quiere que muera. Es muy importante, con esta guerra ganada seremos independientes, no dependeremos de España, ella me habló y me contó un sueño que tuvo: “Soñé que un soldado nos perseguía y nos decía: ‘Clementina, entregá a Fortunato’”, me contó. Luego despertó.

Me asustó su historia, pero luego me motivó, porque dijo: “Querido, yo ante cría que vo’ no sería’ capa’ de ir a la guerra, pero tengo fé ahora y sé que saldremos privilegiados con la independencia, así que puedes ir”. El día que fui entregado a mi amo para que me llevara a la guerra tenía mucho miedo. Cuando era la hora de luchar por muerte o por independencia, mis piernas temblaban por no poder seguir vivo después de la guerra, por ir a lo más desconocido del mundo.

Luché, vi muerte, dolor, y amigos que había hecho en el ejército muriendo, peleé con todo lo que tenía, luché por la independencia, y por fin la guerra terminó. Aunque la guerra nunca termina.

Me fui a mi casa junto a tres sobrevivientes. Murieron dos en el viaje y por fin llegue a casa. Mi abuela me vio herido, gritó de la alegría de que hubiéramos ganado la guerra de la independencia, y obvio de que estuviera vivo.

Le rogamos a la hija de mi amo que lo convenciera y me dio comida, pero ahí supe que los negros no somos objetos ni rocas, necesitamos comida, agua, tenemos sentimientos. Como los amos. Lo único diferente es el color de piel y la formas de nuestros cuerpos y cabellos.

Los derechos tendrían que ser para todas las personas, por lo que falta una guerra por ganar: la de nuestra libertad.

Uma Schlossberg Pérez