En el tango como en el fútbol
- culturacasatomada
- 16 mar 2021
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Los 100 años de Astor Piazzolla vistos con ojos de número 5. Agustín Hurtado, responsable del sitio Tinta Deportiva, escribió para Casa Tomada en homenaje al músico a 100 años de su nacimiento

“En mi país cambian los presidentes y no dicen nada, cambian los obispos, los cardenales, los jugadores de fútbol, cualquier cosa, pero el tango, no. El tango hay que dejarlo así como es: antiguo, aburrido, igual, repetido”, dijo alguna vez Astor Piazzolla, devolviendo algunas de las tantas cachetadas que recibió a lo largo de los años. Revolucionario, inquieto, transgresor y tejedor de puentes musicales entre el tango y otros ritmos, el compositor hubiera cumplido 100 años el pasado 11 de marzo. Tal es su influencia, que en todo el mundo se generan presentaciones en honor al siglo que se cumple de su venida al mundo.
La música, como toda materia cultural, está inmersa en la eterna discusión dialéctica. El conflicto entre lo viejo y lo nuevo es la que la motoriza. Igual que pasa con los contextos a los que les sirve de banda sonora, ella, como sustancia viva, cambia, evoluciona, se significa y resignifica. Piazzolla fue un sujeto activo en medio de ese devenir. Entre debates encendidos, cambió para siempre a la música rioplatense. Tomó un ritmo apagado y encerrado en su conservadurismo y lo reformuló, acercándolo a los jóvenes de su tiempo y a las generaciones venideras.
Fue criticado como todo aquel que se atreve a traer ideas nuevas en ámbitos tan tradicionales y arraigados en la cultura de una sociedad. Alguna vez un taxista lo llamó “asesino del tango” y se negó a llevarlo.
El tango y sus derivados forman parte del Tipo Ideal argentino, meterse con eso y querer cambiarlo, no es gratis. Pasa lo mismo con el fútbol.
Quiso el destino, que en el mismo mes -aunque 17 años y cinco días más tarde- llegara al mundo otro tipo al que se le dio con querer cambiar las cosas en ámbitos algo conservadores. Carlos Salvador Bilardo nació el 16 de marzo de 1938 para convertirse en uno de los dos nombres del duelo más representativo del fútbol argentino.
Si bien es cierto que la música de Piazzolla pega más con el lado “menottista” de la vida, entre el compositor y el Doctor hay varias cosas en común. Conservador en el juego, Bilardo modificó para siempre la estructura de trabajo de los entrenadores en el fútbol mundial.

Al igual que Piazzolla, era un estudioso. Riguroso en su trabajo, no dejaba detalles librados al azar y buscaba tener todo bajo control. El bandoneonista incorporó instrumentos electrónicos al tango, el Doctor trajo consigo el análisis cuadro por cuadro de los vídeos. Cómo el marplatense, el ex DT de la selección fue criticado hasta el hartazgo por el establishment. El 3-5-2 como armado táctico le permitió ser campeón en México 86 y fue imitado por la mayoría de sus colegas.
Es cierto que Bilardo no fue el primer revolucionario en ser criticado en el mundo del fútbol. Le pasó a su maestro Osvaldo Zubeldía, DT del mítico Estudiantes de La Plata de finales de los 60. Cuando parecía que el fútbol argentino estaba estancado, el entrenador del Pincha empezó a aplicar los métodos que se utilizaban del otro lado del Atlántico. Acusado de mecanizar el juego, Zubeldía hizo del entrenamiento de la semana un arte. Hacía pretemporada, concentraba a sus jugadores y trabajaba con módulos bien planificados. Fue un pionero en la práctica de la pelota parada. En esa dirección, Piazzolla se hizo su fama de “estricto”, al pedirle a sus músicos que ensayaran para tocar.
Hoy, es común escuchar en los bares porteños bandas que fusionan el tango con otros ritmos. Cuando Piazzolla empezó a hacerlo, en la década del 70, fue denostado. Del mismo modo, hoy es común ver en las áreas de las canchas de fútbol filas de jugadores cortinándose a la hora de buscar un centro. El precursor de esta idea fue el gran Timoteo Griguol, en sus tiempos de Ferro. Luego de conversar con el recordado León Najnudel, incorporó cosas del básquet al fútbol. De más está decir, que también fue muy maltratado por los “defensores del buen juego del fútbol”.
Así como los sectores más conservadores del tango criticaron a Piazzolla, una nueva generación de músicos lo recibió con los oídos abiertos. El rock nacional le estará por siempre agradecido. “Pero no ven a los aviones que aterrizan, no ven los edificios, el tráfico, los autos…Eso es Piazzolla. Es el futuro, la ciudad que crece. No es el pobre tipo llorando porque la mina lo abandonó”, contó alguna vez el Flaco Spinetta recordando discusiones con sus tíos, que renegaban de Piazzolla.
En el fútbol pasó algo similar. Mientras los cultores de “La nuestra”, denostaban a cualquiera que intentará cambiar ciertos aspectos del juego hablando táctica y estrategia, una nueva generación de entrenadores recibió sus enseñanzas y las aplicó para construir grandes equipos.
Piazzolla murió el 4 de julio de 1992, dos días antes, el más piazzolliano de todos los entrenadores de fútbol argentino se coronaba campeón con Newell´s. Metódico, estudioso, detallista, de carácter un particular, Marcelo Bielsa construyó una carrera que tiene muchos puntos de contacto con la del compositor marplatense.
Los músicos se quejaban de las exigencias de Piazzolla así como los jugadores de las interminables prácticas de Bielsa. La prensa decía que la música del bandoneonista no era popular, no se podía bailar y era compleja, así como la prensa tilda de inentendible al juego que promulga el rosarino y protesta de las extensas explicaciones que brinda en conferencia de prensa. Ambos dividen aguas entre críticos eternos y defensores apasionados.
Si Piazzolla fue clave en la evolución dialéctica del tango, el rosarino, encarna la síntesis perfecta en la del fútbol. Es “bilardismo” y “menottismo”. Es la táctica detallista puesta al servicio de lo ofensivo. El análisis del rival, pero no para destruir, sino para facilitar el ataque. No opone el talento al trabajo físico, sino que los propone juntos. Sacrificio y talento mancomunados. La victoria como objetivo esencial, pero conseguida a través del triunfo de una idea. Sus equipos son una oda a Libertango, ritmo acelerado y una melodía que invita al movimiento.
El fútbol y el tango, como elementos centrales de la cultura argentina, son elementos en constante evolución. Requieren, eso sí, de personas que enciendan los motores de esos cambios. Como el ser humano tiende a ser conservador, cualquiera que se atreva a desafiar los cánones de “lo viejo”, será criticado, tratado de loco o asesino, como le dijeron a Piazzolla. Eso sí, con el paso del tiempo, su obra terminara siendo reconocida no sólo en sus países de origen, sino en todo el mundo.
Agustín Hurtado
Responsable del sitio Tinta Deportiva
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