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Aguafuertes Anhedonias

  • culturacasatomada
  • 11 oct 2020
  • 2 Min. de lectura

Primera entrega de las crónicas de viaje de Orwell For Fai





Sobre las aguafuertes

En mi último viaje como comisionista para el diario de mi pueblo, tuve la dicha o desgracia de desembocar en un pequeño poblado del que nunca antes había escuchado hablar. Mi intención fue, como siempre, realizar el trabajo lo más rápido posible, pero a pesar de mi esfuerzo, la estadía se extendió más de lo previsto.

Pasaron varios lustros y mi labor había sido satisfactoriamente cumplida, pero el olvido se apoderó de mis jefes y mi regreso sufrió algunas demoras.

Contando con mucho tiempo libre, me dediqué a realizar cuanta actividad se me ocurriera. De este modo me fui vinculando con mucha gente y conociendo la interesante sociedad que vive en “Anhedonia”. Mis gastos se tornaron excesivos y los directivos del diario aceptaron pagar mis viáticos sólo si yo les oficiaba de corresponsal.

En un primer momento no estaba seguro de qué escribir y cómo escribirlo, pero la convivencia con los anhedonios me guió lentamente hacia las particularidades de esta isla.


A continuación les presento las aguafuertes que ilustran mi estadía en Anhedonia. En ellas les muestro costumbres, ritos, personajes, herramientas y relaciones típicas de la cotidianeidad anhedonia.


Seguramente el lector se encontrará fascinado por las extravagantes ocurrencias de estos individuos y las sobrenaturales semejanzas con otras civilizaciones un tanto más conocidas.





I

Sobre los sobres

Ya es muy conocida la fama de los anhedonios por ser seres muy románticos. Como tales se apegan a sus tradiciones y mantienen las costumbres. Por esto, los avances en la tecnología no afectan en gran medida las relaciones entre anhedonios. Muchas veces los habitantes de Anhedonia desean comunicarse con familiares que viven a kilómetros de distancia y el método más usado para hacerlo es la carta. El correo anhedonio tiene un funcionamiento excelente, todas las encomiendas llegan a tiempo y en muy buen estado.


Existen otras formas de comunicaciones en Anhedonia, pero nunca tuvieron mucho éxito. Por ley del consorcio (organismo máximo de Anhedonia), las fogatas sólo se pueden realizar los días viernes, pero como ese día llueve, salvo en marzo, no hay señales de humo en Anhedonia. Tampoco hay comunicadores formados con vasos e hilo, porque los vasos no se pueden poner de manera horizontal.


Lo que si hay son palomas mensajeras, pero su sindicato funciona con muchas irregularidades. Los correos electrónicos son polisémicos y ambiguos, los teléfonos sólo suenan cuando uno se está bañando y los avioncitos de papel pueden llegar a destinos equivocados. Es por esto que los anhedonios prefieren las cartas, extensos manuscritos, conjuntos de hojas abrochadas, claro, a lo sumo pegadas con cola, porque no hay sobres en Anhedonia.


No es para preocupar la posibilidad de que alguien lea la correspondencia privada, porque los anhedonios son muy respetuosos en esas cosas, más allá de su increíble curiosidad. El problema suele llegar cuando los mensajes son escritos con grafito, dado que con el roce las letras se tornan poco legibles.


En Anhedonia no existe la expresión “irse al sobre”, refiriéndose a “meterse en la cama”, simplemente se dice “meterse en la cama”. Incluso tampoco existen las coimas o los sobornos, porque no hay sobres en Anhedonia.


Orwell For Fai

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