top of page

"Una escuela en Cerro Hueso", una película sobre la sensibilidad en las escuelas

  • culturacasatomada
  • 12 feb 2021
  • 6 Min. de lectura

La opera prima de Betania Cappato, que avanza en el festival de Berlín, aborda el tema de la inclusión de jóvenes con TEA en la educación



“Una escuela en Cerro Hueso”, opera prima de la cineasta santafesina Betania Cappato avanza con importantes reconocimientos en el festival de Berlín, con el trabajo sobre una temática muy sensible como lo es la escolarización de niños con trastorno del espectro autista (TEA). Sobre el film, los mismos realizadores indican que “es una suerte de crónica, fragmentos de una historia, la de una comunidad o varias, los desamparados. Esos vínculos accidentales, esa solidaridad que aparece en la convivencia. Poniendo en evidencia la aspereza entre los ideales y la realidad así también cómo aquello que parece distante, lo diferente, nunca suele serlo tanto”.


En la película, una pareja de biólogos deben buscar una escuela donde su hija con autismo pueda integrarse, y tras ser rechazada por casi una veintena de instituciones educativas, les dan lugar en la pequeña escuela de Cerro Hueso, ubicada en una humilde localidad costera a unos kilómetros de la ciudad, la única en responder a su solicitud de ingreso. La familia decide mudarse a este paraje por el bien de la niña, que con el apoyo de docentes y compañeros de escuela logra progresar tanto desde lo educativo como en lo comunicacional y lo físico.


Betania Cappato.


Betania Cappato nació en Colastiné, provincia de Santa Fe, es fotógrafa y cineasta, estudió en el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales de Santa Fe. Participó como guionista, productora, asistente de dirección y directora artística de numerosas películas y programas de televisión. Su documental “Frankie” fue estrenado en DOCBSAS en el año 2018, mientras que “Una escuela en Cerro Hueso” es su opera prima de ficción. Actualmente trabaja en la producción de su próxima película en co-dirección con Adrián Suárez : “La mujer hormiga”.


En diálogo con Casa Tomada, Betania comenta cómo surgió la idea de la película y cómo trabajó con una temática tan sensible: “Una escuela en Cerro Hueso surge de una historia familiar, tengo un hermano que se llama Lucio y que hoy tiene 9 años, cuando llegó a la edad escolar obligatoria todavía no hablaba, nunca lo había hecho, entonces era muy difícil encontrar una escuela a la que pudiera integrarse”, comentó la realizadora, e indicó que en ese momento su padre Jorge y su mujer Julia “comenzaron un recorrido muy largo por muchas instituciones de las que no tuvieron respuestas positivas, y pasó el tiempo hasta que la búsqueda los llevó a una escuela muy chica a orillas del río Colastiné, al lado de un barrio muy pobre llamado ‘La Vía Muerta’, en Santa Fe, y al acercarse lograron que lo integraran”.


Indicó que después de un año de cursar en la escuela comenzó a tener muchos progresos e incluso hablar: “Al poco tiempo empezó a leer, escribir y dibujar, fue un despertar de un día para el otro, gracias al apoyo y la dedicación de las maestras, junto a la integración de sus compañeros. Con todo esto, me emocionó mucho la historia, y entendí que quería hacer una película para dar a conocer lo que pasó con Lucio y con esa escuela y la comunidad próxima, que muchas veces pasa desapercibido, son historias que no llegan a conocerse, sentí que yo podía ponerla en imágenes”, completó.


- ¿Significó un gran desafío la producción considerando el desconocimiento que hay de la realidad de los niños con TEA?

- Sí, hay mucho desconocimiento y misterio alrededor de este tipo de condición, incluso nosotros como familia es un constante aprender y dejarnos enseñar por Lucio muchas cuestiones. Puntualmente, hay muchas cosas vinculadas a la comunicación que no son la verbal a la que estamos acostumbrados. Entiendo que hay muchas familias, no sólo la nuestra, que pasan por este tipo de situaciones, y que de repente quedan excluidas de un sistema que es intolerante y destructor de lo que desconocen. Por eso creo que es lindo compartir esta historia desde un lugar esperanzador para la gente que cree que nunca va a poder encontrar un lugar o quedará siempre fuera de todo.


- Se hicieron las selecciones para los Osos de Oro del festival de Berlín y ustedes forman parte de los elegidos para representar al país.

- La película forma parte de la sección “Generation” del festival de Berlín, enviamos allí la película porque pensamos que sería bien recibida y apreciada en todo su potencial, porque es un área que prioriza temas de las nuevas generaciones e incluso para operas primas, por lo que a pesar de que es un año difícil por la rigurosidad que tuvo la selección, entre más de 10 mil películas, y en nuestra sección sólo quedaron 15 películas, la nuestra la única iberoamericana. Somos la única película argentina en competencia, más otras dos que están sólo en muestra.


- Se puede observar desde la ficha del film que hay mucha gente muy destacada participando, en lo técnico y actoral, pero también sé que participó gente del mismo pueblo, ¿verdad? ¿Cómo fue articular ese trabajo?

- El equipo técnico está integrado por muchos amigos, con muchos menos integrantes de los que suele haber en un equipo profesional de cine, pero queríamos que el rodaje se pudiera dar de ese modo, porque obviando el despliegue que implica, consideramos que así podíamos retratar de un modo más íntimo a nuestros personajes. La película tiene una aproximación a lo documental desde sus formas, por lo que era importante la concentración al trabajar con niños, que no hubiera distracciones, que pudiéramos entrar en un vínculo de confianza y hasta cariño. Los protagonistas son actores de mucha experiencia, Mara Bestelli y Pablo Ruiz Seijo, y está la presentación en un rol tan importante como el de Clementina Folmer (Ema), que tuvo un trabajo impresionante desde el lenguaje no verbal y su mirada de niña tan transparente que traspasa la pantalla y llega a emocionar. También está Irene Zequin, que es una alumna de la escuela de Colastiné, y la conocimos durante el rodaje.



- ¿Creés que la producción puede servir para concientizar a la comunidad del sistema educativo? ¿Piensan en llevarla a los colegios para llegar a más jóvenes?

- Creo que la película tiene, además de la voluntad de narrar esta historia personal desde un lugar más poético, la voluntad de poner la discusión sobre el sistema educativo que tenemos, cuáles son las tareas de las docentes en las aulas, si supera lo que es dar clases y tiene que ver con contener, con ser asistentes sociales y hacer muchas tareas a la vez, me gustaría ponernos a pensar sobre cuáles son las formas que tenemos para comunicarnos, sobre todo cuando no todos lo hacemos de la misma manera. Lo que siempre digo es que también se debe tener en cuenta este orden subyacente bajo las apariencias, porque de repente esta escuelita precaria, adonde van niños con muchas necesidades sociales, es el único lugar que tuvo la suficiente apertura para integrar a mi hermano. No sólo a él, sino que al hacerse conocida la historia entre los pobladores, se incorporaron otros chicos en las mismas condiciones y creo que es emocionante pensarlo como comunidad.


Cappato consideró que hay mucho prejuicio social hacia los niños que no se consideran dentro de la “normalidad”, y sostuvo: “Siento que Lucio pudo siempre relacionarse a su manera, y a veces desde afuera los adultos y las personas que nos consideramos ‘normales’, juzgamos sobre lo que desconocemos, pero no recuerdo una situación de discriminación o haberla pasado mal, más allá de que no pudimos generar una integración desde el comienzo”. Señaló, en este marco, que en un lugar donde tuvo “la suficiente apertura, mi hermano pudo integrarse perfectamente, convivir con sus compañeros, tener un progreso intelectual, un desarrollo físico sin mayores inconvenientes”, dijo y completó: “A veces desde afuera juzgamos más de lo que realmente se da en el día a día”.


- ¿Considerás que deben realizarse cambios en diversos espacios sociales?

- Claro que sí, creo que tenemos que trabajar como sociedad para ser cada día mejores, empezando desde el lugar que nos toque: del núcleo familiar, con nuestros vecinos, con la gente que nos cruzamos todos los días, en la escuela, el barrio, tratando de utilizar más el sentido de la empatía que a veces nos falla. Me doy cuenta que eran menos las preguntas que veíamos de los niños a la hora de compartir un espacio o jugar, o hacerse bromas, que lo que pasa entre los adultos. Es algo emocionante, porque en ese lugar donde la gente tiene poco desde lo material, las diferencias entre las personas se hacen menos notorias.


Luis Schlossberg

2 comentarios


mvillata
13 mar 2021

Genial que hayas compartido tu historia para abrir cabezas y corazones. En una época en que se debaten continuamente cosas banales, es una alegria que haya gente talentosa que trae material valioso para debatir sobre temas tan importantes como la integración, la función del sistema educativo en la vida de las personas, los sistemas de comunicación y de evaluación, etc.

Me gusta

Jorge Cappato
Jorge Cappato
13 feb 2021

Muchas gracias Luis, qué buena la entrevista. Una escuela en Cerro Hueso lleva un mensaje de esperanza profunda para miles de madres y padres en la encrucijada de estructuras aptas sólo para seres estadísticos. La realidad -esta historia- muestra que hay muchos niños y jóvenes con modos y tiempos de desarrollo diferentes, aunque no por eso menos aptos, menos lúcidos. Esos tiempos deben ser respetados, más allá de lo que indican estrechos manuales. Afortunadamente siempre hay resquicios, aún en los sistemas más rígidos, ya que en el ADN humano subsistirán por siempre el amor, la compasión y la solidaridad. Sin estos genes la civilización toda estaría perdida. En la escuelita que retrata este film -posiblemente una de las más pobres…


Me gusta

© 2020 - CASA TOMADA. Proudly created with Wix.com

  • YouTube
  • Casa-Tomada
  • @casatomada_cultura
bottom of page