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Alejandro Dolina: “Si fuéramos inmortales posiblemente no cantaríamos milongas”

  • culturacasatomada
  • 7 ene 2021
  • 9 Min. de lectura

El reconocido escritor y músico dialogó con Casa Tomada y habló de todo: la pandemia, el arte, el amor y su próximo libro: "Notas al pie".





Para empezar el año, Casa Tomada comparte este exquisito diálogo con el autor de “Crónicas del Ángel Gris”, que como siempre regala profundos pensamientos sobre lo que es el arte, el amor, y la necesidad de mantenernos unidos como sociedad ante el horror de la pandemia


Cuando hacen el juego de “Con qué celebridad compartirías una cena”, sin dudas una de las personas que elegiría desde el arranque. Porque lo leo desde que tengo memoria, porque me desvelé mil noches escuchando su “Venganza”, porque canté sus tangos y hasta lo ví en el encuentro de Diego con Carlitos. Por todo eso, y porque Alejandro Dolina es para todos como ese hermano mayor al que se acude en búsqueda de un consejo, por lo que sea, sabiéndo que en él encontraríamos una respuesta sabia. Quizás no todas llevan a una resolución, pero al menos lo dice con una poesía que nos deja con una enorme sonrisa de oreja a oreja. Te deja pensando en que todo tiene su belleza, todo encierra algún misterio, y que hasta detrás de una canica que esconde un magnífico relato.


A días de cerrar el año con “La Venganza Será Terrible” y luego realizar algunas presentaciones vía streaming, Dolina dialogó con Casa Tomada y realizó su análisis de lo que fue el 2020, con una actividad concentrada en el mundo virtual. “Además del programa, la principal actividad que tenemos es la teatral, porque al programa lo hacemos con público y hacemos muchas giras durante todo el año que son una fuente de ingreso, es decir que la mitad de nuestro trabajo no la hemos podido hacer”, explicó el artista. Aclaró, sin embargo, que ante la posibilidad de hacer presentaciones online, “si bien no alcanza a reemplazar la intensidad del fenómeno teatral, lo pudimos conservar”, señaló.


Quien no conoce a su ídolo, muchas veces peca en construir una figura intocable, de esas que parecen más grandes que un dios. Me ha pasado en muchas oportunidades con grandes artistas que he admirado y a la hora del diálogo decepcionan más que una cañita voladora barata en Navidad. “¿Esto era?” Con el “Negro” puedo asegurar que no fue así, me alegra que no haya sido así, que tantos años de escucharlo y reír con él no se hayan ido por el caño con una charla telefónica. Cientos de periodistas deben hartarlo con pedidos de entrevistas, por tele, por radio, para los diarios. Patilludo debe estar con ser él. Aún así, 30 de diciembre, a punto de prender el fueguito para el asado de fin de año, me atendió, nos reímos y hasta cumplió con encargues de saludos para seres queridos. Todos sabemos que le gusta el fútbol, no recuerdo si prefiere ir de 5 o en la defensa, pero con Casa Tomada se puso la 10.


"Siempre el arte en épocas malas y en las normales es una contención".

- Acostumbrado al contacto con la gente, ¿costó seguir con la actividad en la distancia?

- Sí, claro, es algo que se siente mucho, y no sólo la ausencia de la gente, que para todo fenómeno teatral es decisivo, un teatro vacío es muy duro, pero a nosotros también nos afectó que al hacerlo por Zoom estuvimos 8 meses sin vernos, las conversaciones no son lo mismo, cuando uno está frente a frente hay otro fluir de las cosas, están los gestos, el lenguaje de los ojos, cosas que con estos formatos se pierden. Muchas veces nos pisamos, hablamos todos juntos, o nos callamos al mismo tiempo pensando que hablaría el otro, son dificultades que se sienten mucho.


- ¿El 2020 es un año que quedará en el recuerdo del mundo con una carga negativa?

- Sí, e incluso todavía seguimos igual. Con la gran esperanza que es la vacuna, pero con casos que suben en todo el mundo. Deberemos esperar un poco para volver a una cierta normalidad.


- A partir del diálogo con varios artistas ha surgido el poder del arte como herramienta para la contención de la gente en este contexto de incertidumbre, ¿lo ves así?

- Evidentemente es así, siempre el arte en épocas malas y en las normales es una contención. Si no tuviéramos la posibilidad de la poesía o de la canción, de la literatura, nuestra vida sería mucho más pobre. No hace falta una pandemia para que uno necesite ese consuelo universal del arte. Consuelo de que nos morimos, somos mortales, nos vamos, no sólo se muere uno sino que también los demás, es lo trágico de la vida que es la esencia del arte. Si fuéramos inmortales posiblemente no cantaríamos milongas. Uno canta por no llorar, porque el arte es un consuelo, es la única cosa parecida a un milagro que existe en el mundo. Por eso, en una época de tanta tristeza como la que estamos viviendo, donde uno está más necesitado de escuchar, ver y tocar lo artístico, los artistas también están con la necesidad de hacerlo.




En este sentido, Dolina consideró que “como artista también siento un ansia mayor, una pulsión mayor de ponerme a trabajar en cosas artísticas, como el personaje de una novela que era descripto como una persona que se dedicaba a la filosofía, aunque cada tanto lo interrumpía la felicidad, lo que quiere decir que la felicidad lo saca a uno del pensamiento trágico que es el arte, entonces ese tipo quería hacer arte, salvo cuando venturosamente era tan feliz que ni se acordaba de eso”, señaló el escritor y músico.


- De hecho, durante este tiempo muchos empezaron a incursionar en el arte.

- Muchos empezaron a escribir o a pensar cosas, a partir de un estado de soledad, de meditación, de pensamiento y reflexión.


Venga amor mío y pínteme

con el azul, una ilusión,

y un desengaño carmesí

pinte de negro lo que fui,

y agregue al gris de lo que soy

un colorado corazón” (“Si yo nací de su pincel”).


El artista bromeó sobre la sensación de deseo de que se terminara el 2020 y la esperanza de lo que puede venir, “más que la melancolía con la que uno despide todos los años, en esta oportunidad se pidió que se fuera de una vez, ‘tomátela’, con la simbólica esperanza de lo que puede venir en el año, sumado a la llegada de la vacuna por el Covid-19, recién empezamos a vacunarnos y faltan meses para que se noten los efectos”, dijo Dolina y consideró: “Por lo menos está, se ve que algo bueno puede llegar a pasar”.


- Ante estos escenarios preocupantes, con muchas personas haciendo un gran esfuerzo para cuidar a la ciudadanía, ¿qué opinión te merecen los movimientos anticuarentena y, ahora, los antivacunas?

- Hay un uso político de estas ideas. Pero es algo bastante raro, siendo muy joven recuerdo que ante epidemias de menor dimensión, en las que había que vacunarse, no había tipos que dijeran: ‘No, a esta vacuna no me la doy’. Hay que ser medio raro para hacer una cosa así, tenía que faltarte un tornillo. He conocido a muchas personas ignorantes, pero una ignorancia soberbia como ésta que se ve ahora, no. Quizás algún tipo que tenía miedo a la vacuna por el miedo de ir al médico o como esos que no van al dentista porque les duele, siempre hubo de esos. Pero llevar esto a una posición que defienden a ultranza contra la fortaleza de quien está trabajando por la ciencia y la verdad, es algo que no he visto nunca. Los ignorantes que conocí cuando era chico no tenían la soberbia de querer hacer escuela.


- ¿Creés que influye el manejo de la desinformación y el uso de las ‘fake news’?

- Eso se desarma en sí mismo. Porque un tipo dice que es mentira que se vacunará en diciembre, y llegó diciembre y vacunan. O dicen que la vacuna rusa no llegará, y lo hace. O que en Inglaterra nadie se vacunará, pero lo hacen. No sé cómo no se comprende que como estrategia de credibilidad no sirve mucho, pero como tenemos también el olvido, al otro día la gente se olvida de las cosas que dijeron. Son momentos de mucho odio, de mucha manipulación, tenemos que acostumbrarnos a ser cautos, a no tomarlo muy en serio, porque sino terminamos todos a las patadas.


- El olvido es tan peligroso como la desinformación.

- Sí, porque uno viene y te dice algo, te olvidás y después vuelve a decirte otra cosa. Ya no te acordás de lo que te dijo el mes pasado. Cualquiera puede decir cualquier cosa, y llega la desmentida hija de los hechos, y el que habló sigue lo más fresco.


En este sentido, el autor de “Lo que me costó el amor de Laura” y “Bar del Infierno”, entre otros libros, analizó lo sucedido con manifestaciones en medio de la fase 1 de la pandemia. “Si uno piensa, por ejemplo, en el velorio de Maradona, se entiende que es peligroso y está mal, como las fiestas que organizan ahora o la gigantezca movida de personas que van a comprar regalos para Navidad, en medio de que suben los números, y la gente va igual, ya es malo; pero si se hace una movida para decir que vos no te querés cuidar, ya es el colmo”, indicó y agregó: “Decían que todo era una trampa del sionismo internacional o de no se quién, y es algo que supera cualquiera imaginación que se pudiera tener, y es algo que te deja perplejo”.


Los costos de la pandemia

“Las historias amorosas de los tiempos dorados son casi siempre tristes.

Esto no basta para afirmar que todos los romances fueron desdichados: sucede ―tal vez― que el arte necesita nostalgia. No se puede ser artista si no se ha perdido algo. Los poemas de amor satisfecho aparecen como una compadrada de mercaderes afortunados. Por eso los poetas de Flores buscaban el desengaño, porque pensaban que cerca de él andaba el verso perfecto. Casi todos quedaban en la mitad del camino” (Fragmento de “Crónicas del Ángel Gris”).


- Algo que ha sido afectado en gran medida por la pandemia fue el amor, muchas parejas se separaron en este tiempo, como persona que habla en post del amor, ¿qué sensación genera esta situación?

- Lamentablemente se ha dado así, hubo muchos casos de personas que en general son jóvenes y estaban muy ilusionadas. Ha pasado algo curioso, que personas que no estaban viviendo juntas, por la pandemia quedaron conviviendo, como atrapadas: ‘Justo estaba en la casa de fulano, vino la pandemia y me quedé, entonces probamos, pero me parece que no era el mejor momento para probar, y nos quedamos todo el día ahí encerrados, sin poder salir, sin tener una vida social más variada’. La verdad que es difícil, ya lo es la convivencia en la normalidad, calculá vos en una circunstancia en la que estamos atrapados, no podemos resolver problemas que no son amorosos sino que son de la cotidianeidad: ‘Quién va a comprar las cosas’; ‘Quién cocina’; ‘Quién limpia’; si te aburrís y te estás viendo todo el tiempo la cara, quizás vivís en un departamento chico. Es muy complicado. Fue una prueba muy dura.





- Ahora está la incertidumbre de cómo se vuelve, ¿qué nos dará fortalezas para empezar todo de nuevo?

- Hay que ver cómo es la nueva normalidad, hasta qué punto logramos librarnos del Covid, si se erradica completamente o se debe seguir una vida con algunos cuidados. Yo espero que se pueda salir porque esto también es una condición para la salida de ciertos márgenes de pobreza, que para mejorar necesitan que la pandemia se vaya.


Este período de trabajo desde el hogar le sirvió a Dolina de excusa para volver a un libro que estaba preparando desde hace tiempo. “Aunque hace un par de semanas me puse un poco vago, estuve yendo adelante con un libro que se llamará ‘Notas al pie’, un libro de cuentos de un escritor ficticio, pero que acaba de morir, y publican sus cuentos”, indicó Dolina, quien agregó: “Su discípulo los publica con notas al pie que en un comienzo son eruditas, haciendo referencia a menciones que hace el escritor, pero cada vez se hacen más íntimas, y allí comienza otra historia, una especie de novela que se escribe con las notas al pie, que incluyen odios, celos, el pasado”.


- ¿Hay una fecha estimativa para su publicación?

- No, pero calculamos que a mitad de año estará listo.


- Hacía mucho que no publicabas.

- Sí, mucho, es que ya no publico todos los años, no me sale. Entonces pasan 3 o 4 años y lo hago. También hice hace un tiempo el libro de los 30 años de “La Venganza…”, pero no podría decir que era algo mío, sino que sacó la editorial a partir del programa, yo lo controlé pero no lo escribí. “Cartas marcadas” (2012) fue lo último que escribí.


- Hace casi 20 años, cuando salió “Radiocine”, me lo regalaron para Navidad y lo escuché esa misma noche.

- Qué mal, ¿qué les costaba regalarte una buena remera?


En su viejo balcón parecía

una flor de la vieja barriada,

yo tan solo 20 años tenía

y al mirarla en los ojos soñaba.

Esos ojos de tanto mirarlos

poco a poco me hicieron poeta,

yo le hablaba de amor

y al mirarlos resolví las más dulces cuartetas” (“Yo tan sólo 20 años tenía”).


Luis Schlossberg

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