top of page

“Trabajar desde el humor me permite llegar más lejos que desde el drama”

  • culturacasatomada
  • 6 oct 2020
  • 7 Min. de lectura

Rescatamos este diálogo de Luis Schlossberg con el artista plástico Pablo Bernasconi publicado hace tiempo para diario Puntal (10/08/2014)





“Las cosas que yo mezclo producen significado, son lecturas de las ideas que yo quiero generar en el público”, dice Pablo Bernasconi, artista plástico que con su particular forma de representar a personajes populares y hechos que generan impacto en la sociedad, lo ha llevado a tener reconocimiento internacional. El humor y la reflexión van de la mano en producciones que cuentan con combinación de objetos y dibujos, una mezcla de “collage y escultura”, de acuerdo a como él lo define.


En diálogo con PUNTAL, el artista cuenta cómo es el proceso creativo que encara con cada proyecto y cómo se dio su incursión en el mundo de la literatura infantil, género en el que ya ha publicado varios libros. “Busco generar un vínculo entre padres e hijos o abuelos y nietos”, dice sobre sus textos que, con sus propias ilustraciones, cautivan a grandes y pequeños.


Bernasconi publica en varios medios gráficos a nivel nacional e internacional su trabajo en el que refleja su visión de hechos y personajes, mientras ha tenido un importante reconocimiento por libros como los de la trilogía “Retratos”, “Bifocal” y “Finales”.


- ¿Qué fue lo que lo llevó a transitar por el mundo del arte?

- No es fácil identificar cuál es el inicio en la actividad, si es algo que surge espontáneamente o es algo que de a poco se va formando. Uno se inclina por ciertas cosas y no por otras, y entiende que los gustos están segmentados. Hay películas, libros, personajes, autores que uno prefiere, y así creo que se va dando ese inicio. Tengo muchos pantallazos de personajes que tocaron en mi infancia ciertas fibras que han hecho que yo siguiera estos caminos en la actualidad. Mis inicios tienen que ver con esos gustos que de a poco se fueron conformando. De chico, como cualquier otro niño, dibujaba bastante, sin un talento especial o una particularidad, sino que entendía que era un espacio mío, del que yo disfrutaba y con el que podía comunicar con los otros. No obstante, no era más que cualquier otro compañero de la primaria. Trabajar con lápices y papeles me generaba una gran satisfacción.


- ¿Cómo fue la búsqueda de su estilo, poco visto en otros autores, con la utilización de varias técnicas y elementos?

- Lo que realizo no es un collage, al menos no es esa idea que uno tiene de lo que se trabaja en la escuela pegando recortes. Si bien tiene algo de ésto, y escencialmente puede parecer un recorte de collage, lo que hago está más relacionado con la escultura por cómo uso los objetos. Siempre intenté trabajar con las ideas, desarrollar claridad en las ideas. Allí fue cuando drásticamente tuve que tomar la decisión de cuál sería la estética que acompañaría a estas ideas. La que encontré es ésta que tiene que ver con el collage, con la escultura, con la unión de referentes y conceptos que generan una alquimia muy delicada. Las cosas que yo mezclo producen significado, son lecturas de las ideas que yo quiero generar en el público.


- ¿Cuánto influye, a la hora de encarar el proyecto, el sentimiento que tiene como artista sobre los personajes o los hechos que se representan?

- Influye mucho en el trabajo, pero no tanto en los resultados. El tema de los sentimientos es algo confuso, y trato de que en mis obras no sean tan transparentes. Creo que una cosa es el sentimiento y otra es la opinión, porque los sentimientos tienen que ver con cosas más personales. Lo mío tiene que ver con la comunicación, el modo de reflejar opiniones de un modo visual. En este punto, trato de hacerme a un lado, porque sino termina generando una distorsión de lo que quiero decir y cómo lo voy a decir. Los sentimientos funcionan como disparadores, hay cosas que me provocan como el atentado a la Amia o la guerra en Gaza, o quizás cierto personaje que adoro. En el caso de Abuelas de Plaza de Mayo, por ejemplo, el sentimiento previo fue de afinidad y cariño, por lo que a la hora de encarar la ilustración, si bien se toma con pinzas, hay una apreciación de lo que siento.


- ¿Cómo es el proceso creativo de cada producción en la elección de los materiales?

- Tiene una primera parte en la que trabajo con las ideas, incluso anotadas, es una mezcla de dibujos, textos, cosas que yo quiero decir, impresiones que quiero llevar adelante. Todo ésto va tomando forma en los objetos, cuando se entra en sintonía con estos elementos, van apareciendo solos. Yo voy por la calle y pienso en lo que tengo que hacer, y de a poco los objetos se van haciendo presentes, se ponen en foco.



Homenaje de Bernasconi a Quino.


- A la hora de realizar un retrato, por ejemplo, ¿se tiene en cuenta también la personalidad del individuo junto con su historia?

- Sí, hay situaciones y características de las personas que luego se representan en objetos y que sintentizan esa idea sobre sus rasgos. Luego se va a desarrollar la mezcla, en la que yo busco combinar todos los elementos. Ahí está el laburo de artesano, el pensar con qué elementos se puede trabajar, por dónde encararlo. Es una parte muy lúdica del trabajo, yo estoy jugando con los objetos, descartando opciones y buscando nuevas.


- En general sus trabajos tienen difusión de un modo impreso, ¿qué aspecto tienen realmente cuando lo termina de realizar?

- Son mezclas de cosas, por lo que las tres dimensiones están siempre. Lo que no necesariamente se tiene es el artefacto exacto, sino que es una réplica por una cuestión de escala. A veces, en algunas combinaciones, utilizo elementos que no se corresponden desde un punto de vista de escalas y no puedo realizarlo si no recurro a lo digital, por ejemplo.


- ¿Hay mucha participación de lo digital? ¿Cuánto influye el trabajo con nuevas tecnologías?

- A las tecnologías digitales las utilizo hasta donde me sirven, no dependo de ellas en absoluto. No estoy a la vanguardia del uso de programas de edición, por ejemplo. Yo trato de ser muy cauteloso a la hora del uso digital y creer que al trabajo lo está haciendo una computadora. Porque la máquina sirve hasta cierto punto, y desde allí no alcanza a superar la relación física que tiene uno con sus lápices o sus acuarelas. Por ésto, yo dependo de lo manual, me parece que hay algo que es imperceptible desde afuera, pero se hace muy claro en los resultados.


La literatura


Cada ilustración de Bernasconi va acompañada de una frase o una cita, y en general recurre mucho a fragmentos de libros que tienen una profunda relación con la imagen que presenta. De hecho, en su libro “Finales” ilustra a más de 60 títulos de la literaura universal, como “Moby Dick” (que también es tapa del libro), la Biblia o “El amor en los tiempos del cólera”.


- Un elemento que se hace muy frecuente en su trabajo es la literatura, ¿qué rol cumplen los libros en su vida?

- Siempre leí mucho, obtengo de la literatura experiencias que me llenan y me dan plenitud, como puede pasar también con la música. Sin embargo, la literatura tiene la capacidad de viajar, el imaginario que se crea letra por letra, palabra por palabra, y que se empieza a construir en la mente de cada uno, me parece fantástico. Es algo único, no encuentro otra herramienta similar. Se pasa de un signo abstracto a la construcción de historias, de emociones, de experiencias que no tienen comparación. Hay cosas que las imágenes no pueden decir.


- De hecho, utiliza mucho el recurso de la palabra para anclar las producciones.

- Claro, justamente considero que hay un punto en el que la literatura y la imagen se tienen que hermanar, utilizar uno para complementar lo que se quiere decir con el otro. Cuando hacíamos referencia a los orígenes, tienen mucho que ver con la búsqueda de trasladar a la imagen lo que eran las imágenes, ahora con algo corpóreo.


"Considero que hay un punto en el que la literatura y la imagen se tienen que hermanar, utilizar uno para complementar lo que se quiere decir con el otro".

Bernasconi también ha publicado libros en los que estuvo a cargo de textos e ilustraciones. “El diario del Capitán Arsenio”, “El Zoo de Joaquín”, “Rebelión en Tortoni” y “La verdadera explicación”, son algunos de los títulos que han tenido el reconocimiento de los grandes y el apoyo de los chicos.


- ¿Dónde surge el deseo de trabajar con literatura infantil?

- Mis primeros libros infantiles tienen ya 12 años, siempre fui saltando de charco en charco y sumando desafíos. Cuando tuve cierto reconocimiento por mi trabajo con la imagen pensé en que las letras eran una asignatura pendiente que no podía dejar escapar. Quería contar una historia y me pareció por la forma en la que surgían las ideas tenía que ser yo quien la escribiera. Primero fueron cosas más sencillas y luego más complejas, desde la decisión de poder acompañar y hacer crecer un monstruo icónico de ideas.


- Es un género muy especial el que está dedicado a los niños, espacio en el que uno puede no estar acostumbrado.

- Es cierto, es un mundo especial porque dista mucho del de los adultos, las posibilidades son mayores y las formas de ver son distintas. Aquí, las atracciones son completamente diferentes. Sin embargo, yo no recuerdo los libros que leí para niños, pero sí quién y cuándo me los leía. Recuerdo a mis abuelos, a mi padre o mi madre, y al recordar esos momentos me doy cuenta que el cariño que le tengo a un libro es el cariño que le tengo a una persona. Por éso, en mis libros apunto a generar ese vínculo entre padres e hijos o abuelos y nietos, por eso incluyo guiños tanto para los chicos como para los grandes, para que los puedan compartir. Que los grandes se sienten con los chicos y disfruten con ellos, que se sientan compenetrados también en la lectura. Que compartan algo que es muy importante de la literatura.


- Otro elemento recurrente en su trabajo, junto con la reflexión, es el humor. ¿Qué lugar se le da en cada producción?

- Justamente, al hablar de los vínculos entre las personas, el humor es fundamental. Es maravilloso su uso en la literatura y creo que en este sentido quien mejor lo utilizó fue (Roberto) Fontanarrosa, quien demostró que con mucha seriedad se puede hacer humor. Es algo que me gusta mucho, la posibilidad de trabajar en un tono humorístico me permite llegar más lejos que si lo hiciera desde el drama. El humor es un lubricante perfecto para acceder al tratamiento de una idea.


- Libros como “Retratos” tienen un abordaje muy fuerte desde el humor a algunas personalidades.

- Es una forma de cautela, para acercarme a personajes nefastos. En este caso, el humor es una suerte de jugada de ajedrez para representarlos.


Luis Schlossberg

Comments


© 2020 - CASA TOMADA. Proudly created with Wix.com

  • YouTube
  • Casa-Tomada
  • @casatomada_cultura
bottom of page